Punto. Y Seguido...

De pronto la vida nos convierte en desconocidos...

Tú aceptas mis ganas de no verte...

Yo consiento tu intención de no cruzarte en mi camino...

Por un momento pensé que fingíamos no conocernos.
Pero NO
....
Yo te conocí. Ya no te conozco
Tú me conociste. Ya no me conoces
No nos conocemos
...

Me gusta pensar que cuando nos ignoramos intentamos evitar el beso hipócrita en la mejilla (de esos que sabes que odio). Porque ahora comprendo que tampoco puedo seguir besándote en la frente (como prefería hacerlo antes). Un beso en la frente —escuché por allí una vez— se le da a alguien a quien quieres de verdad, con inocencia absoluta, con trazos de ingenuidad.

Y no es que no te quiera —no me mal interpretes— sabes que en mí algo siempre tendrás de más. Pero no se besa en la frente a un desconocido. Sería como raro ¿no?, que alguien a quien no conoces de pronto se acerque y te deje los labios sellados en la frente, como si te marcara la conciencia —se me ocurre pensar. Por eso uno no besa en la frente a desconocidos —insisto— eso es así como una falta de respeto —diría mi mamá. Y yo peco de muchas cosas, pero de mal educada, jamás. Mejor nos quedamos saludando "cordialmente". Mejor no nos demos ningún beso. Mejor quedemos en un "¡Nos vemos!" y un "¿Qué tal?".
...
Yo no sé quién eres tú.
Tú no sabes quién soy yo.
Yo no te conozco.
Tú no me conoces.
No nos conocemos.
(Ya no más)

Tú eres un punto...
Yo soy un seguido...
Y seguimos...

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