Irreductible

Por más que te empeñes en llenar los huecos de tu cama con pieles ajenas, siempre sabrás que es a mí a quien amas entre tus sábanas...

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Porque digan lo que digan,
una cosa es tener sexo y otra que te hagan el amor
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Y eso último te lo enseñé yo

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Imagino que...

A partir de este momento tienes 24 horas para llamarme e invitarme a salir. Yo prometo decir que sí. Prometo ponerme muy linda, soltarme el cabello y no olvidar aquel bonito par de zarcillos. Desde el momento en que repique mi teléfono y responda al sonido de tu voz tendrás 23 hrs y 55 minutos para pensar en lo primero que harás cuando me veas. No lo decidirás libremente, yo te daré las opciones.
Al verme...
*Corres y me abrazas
*Corres y me besas
*Corres y me tocas
*Corres  y te vas
Sólo puedes escoger una de ellas pero, sin derecho a réplicas, necesariamente correrás. Yo, por mi parte, prometo llegar temprano a la hora y sitio acordado.
***
Te esperaré sentada en algún lado con los pies ligeramente despegados del suelo, revisando llamadas perdidas en el celular y mordiendo descontroladamente mis labios. (Estaré nerviosa como podrás imaginar).
Cuando te acerques preguntarás por qué te hice correr, te miraré directamente a los ojos y a cambio te daré una sonrisa. Enseguida lo entenderás. Y sonreirás.
Te tomaré el rostro para preguntarte por qué tardaste tanto. Con tu cara entre mis manos me aseguraré de que no vuelvas a bajar la cabeza. Me mirarás directo a los ojos y responderás. Cuando se sellen tus labios comenzaremos a caminar. Uno al lado del otro, con absoluta proximidad.
Yo no te voy a preguntar nada que no quiera saber, y te juro que no increparé sobre la vida que has decidido vivir (son tus decisiones, punto y fin). Tú, aunque quieras, no intentarás saber qué he hecho después de ti.
Me tomarás de la mano, esas manos que, con suerte, recordarán cómo encajar perfectamente con las mías. Caminaremos. Por cada par de pasos que demos juntos te detendrás para abrazarme pidiéndome en secreto que no te deje nunca (que no te vuelva a dejar).
Yo asentiré con la cabeza y seguiré en absoluto silencio con una sonrisa en la cara. 
Iremos a aquel jardín al que alguna vez fuimos a leer libros mientras imaginábamos vidas después de esta vida. Al entrar, casi como si se tratara de una terapia espiritual, respiraremos profundo y nos apretaremos las manos. Ese pedacito de verde nos permitirá dejar nuestras respiraciones asistidas después de tanto tiempo. Recorreremos las veredas de piedra entre los jardines y buscaremos un lugar justo debajo de un alto árbol, un lugar con un poco de luz, con otro poco de sombra, y sin moradores alrededor. Nos acostaremos en la grama y de inmediato colocarás tu cabeza en el espacio exacto que mi cuerpo ha sellado para ti entre mi barriga y mi vientre. Te diré lo mismo que digo siempre: "¡Qué bendita manía tuya de estar siempre en horizontal!". Sonreirás mientras guiñas el ojo, como buscando aprobación a un genuino acto de picardía y comodidad.
No leeremos libros ni hablaremos de vidas ajenas. Haremos silencio del más puro mientras mi cuerpo redescubre a aquella persona que ahora dice no conocer. Con el mismo silencio intentarás hacerme entender que sigo conociéndote, casi como siempre, como si no nos hubiesemos separado nunca.
Hablaremos de tus miedos y los míos, de qué se hace durante un después. De las metas que cumplimos y de las que ya no veremos cumplir, de los nuevos retos, de los vicios adquiridos, de los presagios advertidos, de los sueños perdidos y las esperanzas renovadas. Hablaremos de ese viaje y del miedo que me da. Tomarás fuerte mi mano y la besarás tratando de tranquilizarme con la firmeza de quien dice que me esperará con los brazos abiertos justo el día que vuelva (porque sabes que regresaré).
Pasaremos el día reviviendo sólo las buenas historias, recordando alegrías y burlándonos de las desventuras. Esta vez sin obligaciones pendientes ni celulares a mano. Con el ocaso sobre los hombros saldremos de allí y me invitarás a comer. Te diré que no, previendo aquellas ideas que sólo vienen con el peso de las estrellas. A cambio, te tomaré de la mano y te invitaré a transitar por uno de los pocos sitios que quedan en Caracas para caminar (¿recuerdas cuál?). Caminaremos hasta que ya no tengamos de qué hablar. Con ambas manos entrelazadas nos miraremos para terminar de entender aquellas ideas que dejamos sueltas a propósito, para cerrarlas en silencio con el poder de las miradas. Nos despediremos y cada uno regresará a casa. Tú comprenderás por qué sigues pensando en mí, yo habré encontrado una razón para volver a pensar en ti. Y estaremos complacidos.
***
Si ese día decides abrazarme, durante toda la tarde me abrazarás.
Si ese día decides besarme, durante toda la tarde me besarás.
Si ese día decides tocarme, bueno podrás tocarme, pero no toda la tarde. (seguro harbá mucha gente viendo y ya sabes como soy yo con esas cosas)
Si ese día decides irte, correr e irte, no importa esta historia, será otra página de palabras escritas con este deseo insepulto de volver a verte. (y nada más)
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Porque todo escritor debe ejercitar el puño y la imaginación
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Y la factibilidad de la historia, muchas veces, está de más

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Cante, mejor cante

Y jugando a la memoria, me encontré sorprendiendo mis sentidos con los acordes de esta canción
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Casi olvido lo buena que es
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Y las sonrisas que todavía puede robar

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Cuadernitos

Revisar cuadernos viejos siempre es un buen ejercicio para descubrir qué cosas de ti ya no son tan "como antes", y cuales siguen siendo tan "como siempre". Hoy rescaté mi agenda 2009, escrita más o menos hasta agosto. Recuerdo que cuando la elegí me pareció perfecta por todo el espacio que tenía para llenar de letras. En los primeros meses del año me di un festín entre frases trilladas, palabras robadas y corazones partidos. Escribí como loca, realmente como loca. 
Me di cuenta de que tenía la enorme necesidad de desbordarme en palabras porque no cabía dentro de mi misma, porque tenía demasiados sentimientos encontrados, demasiado dolor junto, demasiadas historias de sábanas, demasiadas vetas de amor, demasiados silencios, demasiadas necesidades insatisfechas y sobre todo demasiadas preguntas sin respuestas. Hay cosas de las que apenas recuerdo las circunstancias, hay otras que reviví como si acabaran de pasar. Y entendí que sólo puedes medir los efectos del tiempo cuando te observas en retrospectiva y esa agendita fue un verdadero flash back.
Creo que debo recuperar la mala costumbre de rayar cuadernitos, de llenar agendas pero sin respetarle los días. Rayaré un cuadernito con las fechas desordenadas, aprovechando este año de los días definitivos que seguro en 2011 me dará una muy buena historia para contar.
(Compraré mi agendita para rayar y juro que escribiré con más colores)
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"Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria"
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Más vale que no

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Abráceme, sí?

Necesito un abrazo. Sí, un abrazo. De esos que te conectan con la vida, de los que te hacen escuchar el latido de corazones ajenos. Quiero un abrazo fuerte, de los que dan energías —o  te las quitan— de los que aplazan quehaceres, de los que completan el día. Necesito un abrazo de paciencia, de brazos calientes, de manos abiertas. Quiero un abrazo que hable bajito y diga al oido las palabras precisas, que quite el miedo, que dé buena vibra. Necesito un abrazo que no lleve promesas inconclusas, que se pinte real. Quiero un abrazo no calculado, ingenuo, un abrazo gigante y descarado.
Hoy lo único que quiero es un abrazo.

Un abrazo y ya.
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"Hubo momentos, más de un momento, en que su mano era mi ancla en la tierra"


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