¿Dónde quedaron los héroes?

Aquella minúscula criatura apenas llegaba a los cinco años. Tenía los ojos miel más vivaces e inocentes que hubiesen visto jamás. Era malcriado y llorón, le decían "el llorón".Un día se levantó temprano, se calzó los zapatos al revés, pensando que todo estaría en orden si aquella loca niñera no se daba cuenta. Se vistió con un short verde, franela marrón y pasó un peine húmedo por su rubio y ensortijado cabello.

Tomó un taburete en el baño de su abuela para mirarse en el espejo y sonrió mostrando aquella dentadura incompleta propia del ansiado cambio de los dientes de leche. Abrió el gabinete, tomó un lápiz negro y se dibujó un antifaz que surcaba su frente de extremo a extremo y bordeaba sus mejillas. "Listo", dijo para sí cuando vio su trabajo concluido. Él quería una máscara azul pero la abuela no tenía otro color, y ni modo.

Se bajó del banquito, tomó una sábana, la dobló torpemente y la metió en la mochila del colegio. Todo estaba casi listo. Casi.

Recordó que la noche anterior había logrado sacarle un par de monedas a su abuela de aquel original escondite que llevaba entre sus pechos, no se habría imaginado que eso que hacía con la inocencia más febril, le podría haber costado prisión de grande. No lo sabía, no le importaba. Tenía cinco años, la sonrisa a medio armar, el ímpetu infantil, los sueños completitos y su carácter. ¿Qué más podía pedir?...

Ah, una cabuyita, eso le hacía falta para completar el plan. Tomó su trompo y el de su hermanito —que todavía dormía— y le quitó los guarales. Con los dos juntos, tendría la extensión perfecta para lo que necesitaba.

La sábana, la mochilita, el papagayo de su primo, los cordones, las moneditas de la abuela, su mirada traviesa y el carácter autoritario y atrevido. Todo eso lo llevaba.
Salió de casa por la puerta principal y nadie se dio cuenta.

La calle estaba caliente. Como de costumbre en el pueblo hacía sol. De inmediato recordó que había dejado el agua en casa, pero no regresaría ni en broma. Siguió su camino.
Paró en el abasto, compró un refresco que simularía cualquier bebida con poderes sobre humanos. Ya sabía él que los súper héroes no vuelan por meras ganas de volar, siempre hay que ayudarlos con algo.

Llegó a la colina, el montoncito de tierra que había dejado la noche anterior estaba exactamente en el mismo lugar. Suerte que las vecinitas habían salido con su mamá y no podrían fastidiar.

Sacó la sábana del bolso, se la ató al cuello. Se amarró el papagayo torpemente a la espalda con los cordones del trompo. En cuestión de segundos era entonces todo un héroe. Estaba listo para la batalla.

En su cabeza luchó contra un gran monstruo que quería azotar al pueblo y cuando finalmente lo venció tuvo que rescatar a su familia de las garras de un científico loco. Toda una aventura en la que volaba de un lado al otro cumpliendo misiones, haciendo del mundo un mejor lugar.

Al otro lado de la calle, su abuela lo observaba. "Estará loco ese muchacho" —dijo mientras él, con el rostro enrojecido por el sol, corría en el terreno del vecino al tiempo que batía incansablemente sus brazos como para dar fuerzas al vuelo.

Cumplió 15.850 misiones en cuatro horas del día. Estaba satisfecho y agotado. Su abuela lo llamó a comer y encontró la ocasión para decirle a su compañero imaginario de batallas que volvería al caer la tarde. De camino a casa se encontró con su vecinita, aquella que le hacía morir de la pena cada vez que le sonreía. Con la testarudez propia de su edad le exigió que saliera de su camino y entró a casa.
Apenas la perdió de vista sonrió en secreto recordando lo bonito que le quedaba ese cintillo rosa.

En casa tuvo un festín digno de un súper héroe y cayó vencido por el sueño.

Recordó sus batallas y sintió en su mejilla el ansiado beso de la vecinita, su amor platónico. Otro día exitoso de misiones y el mundo se había salvado. Él seguía siendo el súper héroe y se había quedado con la chica.

Mañana será otro día...
...
Y qué del momento de nuestra niñez en el que nos sentimos súper héroes. ¿Lo recuerdan? Basta crecer un poco para entender que aquella sábana atada al cuello no nos ayudará a volar o que el refresco de nuestro sabor favorito no da súper poderes. Pero, ¿qué bonito es creerse la historia por un ratito no?

La diferencia entre aquellos salvadores del mundo y nosotros, los simples mortales, es que no se rinden. Cueste lo que cueste no se rinden y menos por miedo a fracasar.

Deberíamos nosotros aprender un poco la lección. No tenemos la capacidad de regenerar nuestros músculos cuando nos golpean o de formar grandes escudos contra los males del mundo. A los humanos los golpes nos duelen y bastante. Sentimos que si caemos no nos volveremos a levantar, pero el peor error será siempre acostumbrarse a estar en el suelo.
No, nos somos súper héroes, no somos intocables y menos invencibles, pero vale la pena creerlo con la misma inocencia que tenemos cuando somos niños.

Lo que más duele de los fracasos es el miedo a enfrentarlos, ¿pero acaso podemos escoger algo más?

No será la primera vez que Súperman no pueda volar.
Tampoco será la última vez que haga hasta lo imposible para alejar de su cuerpo la kriptonita.

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¿Cuántos cuentos se cuenta Carlota?

Probablemente son más los cuentos que vio en tv que los que alguna vez leyó en un libro, quizá fueron cinco, no más de diez. De lo que si está segura Carlota es que siempre le han encantado las historias de princesas, sobre todo por el cliché favorito del final feliz. Eso sí, cero castillos y esas cosas, ella siempre ha sabido que las casas tan grandes llevan mucho trabajo y para eso ella no tiene tiempo.
Carlota es madura, en serio, ha crecido con pocos golpes propios pero con infinitos ajenos. Y ha crecido bien, se ha hecho una mujer de bien. Por lo menos así dice siempre su mamá.
Tendrá que visitar, al menos, cuatro países en esa soñada "misión de paz", gracias a aquella vena de lucha por los ideales perdidos. Y hablará —pésimo, eso sí— sólo dos idiomas más.
Desde donde esté mantendrá una mechita de esperanza en el corazón para volver a aquí, a su espacio vital, el embrionario, el de las batallas siempre fracasadas, el de las políticas vencidas. Y es que ella, de verdad, nunca se quiso ir.
A Carlota, con todo y su apellido, con todo y su presencia, con todo y su timbre de voz, con todo y sus todos, la vida la ha llenado de pruebas. Algunas ganadas al  instante, otras luchadas cabeza a cabeza, varias pérdidas irremediablemente y pocas, muy pocas, caducadas según indica la fecha de expiración.
El último caso se ha repetido en aquellas en las que, en cualquier parte de la historia, llevan la palabra amor. Y es que Carlota es de las que aman para siempre. "Maldita la hora en la que lo soñé para siempre", se dice a veces. "Para siempre", repite, como si de esa palabra no se desprendiera la mentira más obvia.
Carlota será la mamá de los morochos, que se portarán fatal, eso también lo sabe. Pero con una mirada, una frase entre dientes y la paciencia inquebrantable, ellos entenderán que "a mamá no le gustan esas cosas". Pobrecito aquel par, soñarán con pasar vacaciones en casas de las tías para escapar de su mamá. Y ella dirá orgullosa "no me importa, mira que bien educaditos están".
Carlota tendrá ese bonito apartamento, impoluto, con el deslumbrante diván.
La historia del perrito la tiene en veremos, pero que lo considere ya es indicio de lo que podría pasar.
La asistente es un derecho adquirido en su oficio, y la posibilidad de decirle Brigitte ante el mutis absoluto de la diligente muchacha, sólo será privilegio de aquellas que se mantengan en su vida el tiempo suficiente como para recomendarle al cirujano que mejor pone el botox por aquello del "mira, ni se me nota", argumento suficiente con el que accederá.
Carlota estará impecable siempre pero odiará los tacones que sólo usa por convención y que serán sus mejores amigos cuando le dé por jugar a la seducción.
Se pasará la vida entre amores latentes y amantes furtivos, porque si algo ha aprendido es que hay una edad en la que uno, aunque sea por meras razones biológicas, si que no puede estar solo.
El amante le hará compañía, y sabrá de aquel lado equidistante de la reconocida damita. También le besará el costado callejero y le conocerá todas las manías pre y post coitales. Sabrá lo que no hace con las manos y lo que siempre prefiere hacer con la boca. Sabrá que en público le aterra y pero le encant, y convertirá en ciencia eso del aprovechamiento de sus lados incorrectos.
Ella se pasará la vida en eso... Teniendo, soñando, queriendo y, una y otra vez, contando(se) un cuento.
.
Cuéntame qué cuenta Carlota, a quién, por qué y sobre todo,
si de verdad la están escuchando.
...
De antemano, muchas gracias.

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y olvido...

"Era un individuo de esos que callan por no hacer ruido, perdedor asiduo de tantas batallas que gana el olvido", de vez en cuando dice Joaquín...

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Así comienzan las reconciliaciones...

Cada noche duermes con el pecho y los ojos bien abiertos, esperando que la rabia absoluta o el amor más puro me permitan volver a tocarte. Desde el día que nos conocimos te enamoraste de mí y, tras un par de palabras, prometiste estar ahí. "Una palabra Anyi. Dame, al menos, una palabra", me dijiste con la entrega de quien decidió pasarse la vida dejando que recorriera su cuerpo con mis dedos.

Confieso que quiero hablarte, que paso buena parte de mis noches pensando en ti y, aun así, no he vuelto a acercarme. Y es que debo contarte algo, tú sabes que yo no miento, —no a ti. Quiero que sepas que te engañé, que pasé noches enteras con aquel al que le basta una pluma y le halaga un pincel.

Quiero confesarte que todas las palabras hechas para ti se las di a un papel, a ese odioso cuadernito de vulgar papel. Nunca intenté hacerte daño, mucho menos ser infiel. Espero puedas perdonarme, que me dejes volver… mi querido blog.

Así sello el regreso del teléfono amarillo...
De una voz, mi voz y la otra voz.

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formspring.me

Si quieres que cuente, te cuento... http://formspring.me/AnyiCova

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Homónimos

...Lo más extraño de todo es que ahora eres un extraño; y sin embargo, te extraño...

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A las damas...

Ni con el pétalo de una rosa... decían las abuelas.
... 

Tal como le habían dicho, ella hacía mucho tiempo atrás había decidido cruzar el andén y tomar un tren en sentido contrario…

Aquella noche, se volvieron a encontrar en el espacio que ocupan los pasajeros en tránsito. Con la risa nerviosa y la mirada cómplice que sólo conservan quienes se piensan en secreto, conversaron un buen rato.

Al momento de marcharse...

Ella deseó en silencio que él no se fuera nunca, pero aun así no quebrantó su sonrisa, levantó el rostro y esperó el saludo definitivo. Él, por su parte, guardó las enormes ganas que tenía de estrecharla entre sus brazos, y se despidió de ella como lo hacen los caballeros cuando ven partir a las damas más bonitas: con la sonrisa apretada entre labios, la nostalgia en la cabeza, las palmas sudorosas y con aquel nervio infantil de diez mil mariposas en la panza... Tras poco pensar, la llamó por su nombre y sin mirarla a los ojos no hizo más que besarle en la mano...

Otro tren había llegado...
... y nuevamente se decían adiós

Esa noche, en aquel oscuro andén, ella y él se despidieron con la firme intención de, algún día, volver a encontrarse en el camino...

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A leer...

"  “La M de Motel sugiere una cama distinta a la rígida H de los hoteles. Es una cama que no es para dormir”. Nosotros nos miramos con cara de “estos chinos son más raros que nosotros”, vimos en la dirección en la que apuntaban los índices de los Chang y entonces nos dimos cuenta de que se referían al motelito de la esquina con su M alumbrada por neones amarillos. “Todas las parejas entran allí como si ocultaran algo, pero cuando salen lo hacen con una sonrisa y un alivio que no se pueden esconder” dijo el menor. “Eso debe ser por lo de la cama en M. Quienes se acuestan allí están destinados a encontrarse en el medio” dijo el mayor. “Queremos un Motel Chang, para que la gente entre temerosa y salga feliz” dijeron los dos. "

Y de allí en adelante, un montón de cosas han pasado en los Moteles Chang
Es hora de darse un gusto.

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Día del Periodista

¿Un título aburridísimo, verdad?... Sí , eso pensé cuando lo escribí pero así quiero que se llame esta cosa.
Y es que hoy celebré (sin almuerzos corporativos, ni pines exóticos, ni con flores de mi novio ni con tarjeticas de mi mamá) mi primer Día del Periodista Venezolano. Sí, porque soy venezolana, y digan lo que digan aquellos fanfarrones de los títulos, yo ya soy periodista. Hoy me di un gustazo, no de cosmos, vinos ni whiskys (como se celebran las cosas aquí) sino de letras. Leí a Leila Guerrero one more time, escudriñé varios reportajes de investigación, me encanté con el trabajo de Siete Días de El Nacional y con el Expediente de El Universal. Hoy sonreí buena parte del día por un montón de mensajes bonitos, por esa vida que imagino y que procuraré hacer venir. Hoy leí mentalmente las páginas de mi revista (que aún no tiene nombre) y me reí en silencio de los ojos bravos de Brigitte y de los ladridos de Margot (o Copete, esto sigue en discusión).

Una de las mejores cosas que leí fue ese  mensaje de La Macorina, que me hizo sentir tan chiquitita y grande a la vez. Aquí la mejor parte:
"Porque este planeta está hecho NADA, pero está lleno de gente demasiado mágica como para dejarla sola (y la que diga lo contrario no ha tirado nunca). Ustedes se metieron a esto porque odian a las personas que creen que todo siempre está mal, la estupidez disfrazada de genio, la voz que nos dice que llegamos tarde a la repartición de éxitos. Ustedes se metieron a esto porque, sin duda, debe haber una solución salvable, que no está en ningún curul, ni en todas las canciones melosas hasta el asco, ni en las casillas de inmigración de los aeropuertos, ni en todos los Country Club del mundo, ni en todas las ONG que dicen que van a salvar niños con hambre y terminan follándoselos en la oscuridad de sus buenas intenciones. Hay una solución que está en los ojos de la gente buena."

Sólo hay que saberla mirar...


Y te lo repito, Gracias (de las totales), por confiar en mí y ver matices de esperanza (pese a tu incredulidad) en éste, "el mejor oficio del mundo" (según el Gabo), el de "la gente decente", (según el Kapu). El de los que esconden el miedo tras el trazo de una pluma, para aplastar la soberbia de muchos, para ser la voz de tantos otros. (según yo)
...
Soy Periodista
Eres cineasta
...
Y nadie nos quita lo bailao

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Shhh!

Orgasmos prolongados...

...y ahogados en (silencio)

Así los prefiero.

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...


        - Por hacerme más grande
        - Por mostrarme tan débil
        - Por habernos permitido tanto
        - Por este documental precioso
...

Como diría mi amiga: "La Habana bien vale una misa"... 
pero si no rezas tanto, mejor HAZLE EL AMOR!

("No estamos diciendo nada del otro mundo
sino lo que cualquier cubano te habría dicho…
si le hubieses preguntado”)

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Éramos...

Creo que después de casi dos años de la infructuosa ruptura, y de casi uno de la separación definitiva, acabo de descubrir lo molesto/frustrante/intimidante/innecesario/útil/doloroso que puede resultar para un hombre, (que aún te ama), que su ex novia, (que aún lo ama) tenga un blog.
Debí haberlo notado antes; sin embargo, nunca lo hice. Fue este blog MI espacio, MI alivio, MI huequito, MI desahogo. Pero también ha sido TU espacio, TU secreto, TU ventana. Tú contacto conmigo, Mi contacto contigo, el nuestro (si todavía es posible el posesivo)
...
Hoy descubrí lo anterior gracias al blog de Andrea. Aunque la teoría me dice que la balanza debe inclinarse hacia el lado del chico, por un asunto de cariños longevos, debo decir que todo el peso, mi querida Andre, me lo llevo a tu lado. Tenía tiempo sin identificarme tanto con historias tan viscerales como esas que yo acostumbraba a escribir cuando las heridas no tenían ni idea de cómo cicatrizar. Y definitivamente No tiene nombre.
Rescato tres líneas, nada más...


" Él era mi novio.
Él y yo éramos felices, coño.
Ahora, él y yo somos ex novios "


Bien lo dijiste, todavía quedan muchos post por escribir...

...
Admito que uso con incomodidad la partícula "ex". 
No porque sea incorrecta, 
sino porque en el fondo espero que para ti sea igual de molesto imaginarme refiriéndome a ti como mi "ex".
No es lo mismo tener un ex, que ser la ex.
Y la última opción sí me molesta, y mucho.

PUNTO

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Sabor a sal


( I )
Te besé mujer, te besé...

Se me abrió cada poro, se erizó cada vello, se me alteraron los nervios, se me alborotaron las hormonas y  sentí unas cosquillitas, de esas que a las madres no les gusta que uno sienta hasta cierta edad.
Tú me esperaste en silencio, tan sonreída como siempre, tan regalada como pocas, esperando con la piel helada que te diera un abrazo. Yo, en cambio, te miré y me sentí brava. Estaba tan empeñada en tocarte las heridas que todos decían que a primera  vista te sentían que me molestó tu sonrisa. Pero no dije nada, y en voz baja te di las gracias, gracias molestas, pero gracias al fin,  por dejarme ir a verte. 
Esa sonrisa regalada me enamoró en un segundo. Te toqué la piel con una gallardía simulada. No sabías el miedo que me producía ir a verte. Tampoco habrías imaginado que horas antes me había metido aquel amuleto entre las tetas y que llevaba un montón de cordoncitos atados en la muñeca derecha para tener conmigo a "la buena suerte".
Te vi tan gris y tan bonita, tan dama y tan cortés. Tú me viste tan grosera, ojerosa y despeinada. 

                       Aprendí entonces la primera lección: 
- las mujeres como tú son damas, siempre damas, hasta que les toca convertirse en putas.

Me invitaste a tu casa para que dejara mis maletas repletas de esperanzas y sueños, de enlatados y productos sanitarios, de "ayuditas" lejanas. No tardaste nada en sobrepasarte conmigo. No sé cómo, pero en menos de una hora lograste que te abriera el pecho y te lo dijera todo: que llevaba tiempo pensándote, que llevaba tiempo buscándote, que me había pasado ocho meses queriendo encontrarme contigo. Seguía sorprendida con el frío de tu cuerpo y buscando calentar las cosas te lo dije: "Te estaba deseando. Mi cabeza, mis manos, y mi cuerpo te estaban deseando". 
Ya tú lo sabías.  

Y así empezó el juego de conocernos.

***
¿Qué cómo se llama ella? —se preguntaran algunos.
... Habana

¿Acaso no es así como deberían llamarse las mujeres más bonitas?

Muchos son los hombres que te han tocado con sus dedos, otros tantos los que han jugado a besarte en los labios o a escupirte la cara —sabiendo siempre que eso depende de lo que a ellos les provoque, no de lo que tú les permitas. En mi caso, sólo sé que esta mujer, con cuerpo femenino, voz femenina, miedos femeninos y verdades femeninas, se enamoró de ti... (y está irremediablemente enamorada de ti).
Sólo sé que esta mujer te sueña por las noches y te recorre completita. Te huele en las mañanas buscando tu fragancia a salitre, humedad, hierbabuena y perfume barato. Te piensa por las tardes esperando volver a hacerte el amor en aquel balcón desconocido. Te imagina bailando en una plaza, meneando el culo de un lado al otro con esa soltura que sólo tú llevas, acompasando la música con el tintineo de monedas en un bolsillo turista. Te prueba, todos los días te prueba, y le sigues sabiendo a sal, a galletitas rancias, a mantequilla importada, a mozzarela dudoso, a torticas, a tabaco fuerte, a helado salado, a arroz moro, a ron puro. Sigues sabiendo a todo y a nada. Sigues con ese conocido sabor a gloria, con ese desconocido sabor a ti.  
Esta mujer, de principios flexibles e imprescriptibles,  se enamoró de ti por puta, por triste, por sonreída, por bella, por mantenida, por miserable, pero sobre todo por hacerla sentir, en un mismo instante, el ser más valiente y más cobarde.
Por verte siempre tan bonita y tan regia... tan golpeada y débil...

tan empingada, como dirías tú allá,
tan arrecha, como diría yo acá...

Te besé mujer, te besé y fue divino
...
Te besé y me dejaste con ganas de tus labios
...sabor a sal

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El Oráculo dijo...

"Y la sola vista o el sonido de la voz del ser amado producen vértigo y ganas de rodar como pelota, y pelusa en el estómago y deseos de reír tontamente, y un sinfín de síntomas que, mezclados, pueden acabar con la fama de una persona digna y seria que desde que se enamoró, no es la misma que era..."

(Hierba Mora /Teresa Moure)

Y si insistes en saber cómo soy ahora...
te cuento que todo es distinto...
...y tan igual

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Irreductible

Por más que te empeñes en llenar los huecos de tu cama con pieles ajenas, siempre sabrás que es a mí a quien amas entre tus sábanas...

...
Porque digan lo que digan,
una cosa es tener sexo y otra que te hagan el amor
...
Y eso último te lo enseñé yo

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Imagino que...

A partir de este momento tienes 24 horas para llamarme e invitarme a salir. Yo prometo decir que sí. Prometo ponerme muy linda, soltarme el cabello y no olvidar aquel bonito par de zarcillos. Desde el momento en que repique mi teléfono y responda al sonido de tu voz tendrás 23 hrs y 55 minutos para pensar en lo primero que harás cuando me veas. No lo decidirás libremente, yo te daré las opciones.
Al verme...
*Corres y me abrazas
*Corres y me besas
*Corres y me tocas
*Corres  y te vas
Sólo puedes escoger una de ellas pero, sin derecho a réplicas, necesariamente correrás. Yo, por mi parte, prometo llegar temprano a la hora y sitio acordado.
***
Te esperaré sentada en algún lado con los pies ligeramente despegados del suelo, revisando llamadas perdidas en el celular y mordiendo descontroladamente mis labios. (Estaré nerviosa como podrás imaginar).
Cuando te acerques preguntarás por qué te hice correr, te miraré directamente a los ojos y a cambio te daré una sonrisa. Enseguida lo entenderás. Y sonreirás.
Te tomaré el rostro para preguntarte por qué tardaste tanto. Con tu cara entre mis manos me aseguraré de que no vuelvas a bajar la cabeza. Me mirarás directo a los ojos y responderás. Cuando se sellen tus labios comenzaremos a caminar. Uno al lado del otro, con absoluta proximidad.
Yo no te voy a preguntar nada que no quiera saber, y te juro que no increparé sobre la vida que has decidido vivir (son tus decisiones, punto y fin). Tú, aunque quieras, no intentarás saber qué he hecho después de ti.
Me tomarás de la mano, esas manos que, con suerte, recordarán cómo encajar perfectamente con las mías. Caminaremos. Por cada par de pasos que demos juntos te detendrás para abrazarme pidiéndome en secreto que no te deje nunca (que no te vuelva a dejar).
Yo asentiré con la cabeza y seguiré en absoluto silencio con una sonrisa en la cara. 
Iremos a aquel jardín al que alguna vez fuimos a leer libros mientras imaginábamos vidas después de esta vida. Al entrar, casi como si se tratara de una terapia espiritual, respiraremos profundo y nos apretaremos las manos. Ese pedacito de verde nos permitirá dejar nuestras respiraciones asistidas después de tanto tiempo. Recorreremos las veredas de piedra entre los jardines y buscaremos un lugar justo debajo de un alto árbol, un lugar con un poco de luz, con otro poco de sombra, y sin moradores alrededor. Nos acostaremos en la grama y de inmediato colocarás tu cabeza en el espacio exacto que mi cuerpo ha sellado para ti entre mi barriga y mi vientre. Te diré lo mismo que digo siempre: "¡Qué bendita manía tuya de estar siempre en horizontal!". Sonreirás mientras guiñas el ojo, como buscando aprobación a un genuino acto de picardía y comodidad.
No leeremos libros ni hablaremos de vidas ajenas. Haremos silencio del más puro mientras mi cuerpo redescubre a aquella persona que ahora dice no conocer. Con el mismo silencio intentarás hacerme entender que sigo conociéndote, casi como siempre, como si no nos hubiesemos separado nunca.
Hablaremos de tus miedos y los míos, de qué se hace durante un después. De las metas que cumplimos y de las que ya no veremos cumplir, de los nuevos retos, de los vicios adquiridos, de los presagios advertidos, de los sueños perdidos y las esperanzas renovadas. Hablaremos de ese viaje y del miedo que me da. Tomarás fuerte mi mano y la besarás tratando de tranquilizarme con la firmeza de quien dice que me esperará con los brazos abiertos justo el día que vuelva (porque sabes que regresaré).
Pasaremos el día reviviendo sólo las buenas historias, recordando alegrías y burlándonos de las desventuras. Esta vez sin obligaciones pendientes ni celulares a mano. Con el ocaso sobre los hombros saldremos de allí y me invitarás a comer. Te diré que no, previendo aquellas ideas que sólo vienen con el peso de las estrellas. A cambio, te tomaré de la mano y te invitaré a transitar por uno de los pocos sitios que quedan en Caracas para caminar (¿recuerdas cuál?). Caminaremos hasta que ya no tengamos de qué hablar. Con ambas manos entrelazadas nos miraremos para terminar de entender aquellas ideas que dejamos sueltas a propósito, para cerrarlas en silencio con el poder de las miradas. Nos despediremos y cada uno regresará a casa. Tú comprenderás por qué sigues pensando en mí, yo habré encontrado una razón para volver a pensar en ti. Y estaremos complacidos.
***
Si ese día decides abrazarme, durante toda la tarde me abrazarás.
Si ese día decides besarme, durante toda la tarde me besarás.
Si ese día decides tocarme, bueno podrás tocarme, pero no toda la tarde. (seguro harbá mucha gente viendo y ya sabes como soy yo con esas cosas)
Si ese día decides irte, correr e irte, no importa esta historia, será otra página de palabras escritas con este deseo insepulto de volver a verte. (y nada más)
...
Porque todo escritor debe ejercitar el puño y la imaginación
...
Y la factibilidad de la historia, muchas veces, está de más

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Cante, mejor cante

Y jugando a la memoria, me encontré sorprendiendo mis sentidos con los acordes de esta canción
...
Casi olvido lo buena que es
...
Y las sonrisas que todavía puede robar

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Cuadernitos

Revisar cuadernos viejos siempre es un buen ejercicio para descubrir qué cosas de ti ya no son tan "como antes", y cuales siguen siendo tan "como siempre". Hoy rescaté mi agenda 2009, escrita más o menos hasta agosto. Recuerdo que cuando la elegí me pareció perfecta por todo el espacio que tenía para llenar de letras. En los primeros meses del año me di un festín entre frases trilladas, palabras robadas y corazones partidos. Escribí como loca, realmente como loca. 
Me di cuenta de que tenía la enorme necesidad de desbordarme en palabras porque no cabía dentro de mi misma, porque tenía demasiados sentimientos encontrados, demasiado dolor junto, demasiadas historias de sábanas, demasiadas vetas de amor, demasiados silencios, demasiadas necesidades insatisfechas y sobre todo demasiadas preguntas sin respuestas. Hay cosas de las que apenas recuerdo las circunstancias, hay otras que reviví como si acabaran de pasar. Y entendí que sólo puedes medir los efectos del tiempo cuando te observas en retrospectiva y esa agendita fue un verdadero flash back.
Creo que debo recuperar la mala costumbre de rayar cuadernitos, de llenar agendas pero sin respetarle los días. Rayaré un cuadernito con las fechas desordenadas, aprovechando este año de los días definitivos que seguro en 2011 me dará una muy buena historia para contar.
(Compraré mi agendita para rayar y juro que escribiré con más colores)
...
"Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria"
...
Más vale que no

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Abráceme, sí?

Necesito un abrazo. Sí, un abrazo. De esos que te conectan con la vida, de los que te hacen escuchar el latido de corazones ajenos. Quiero un abrazo fuerte, de los que dan energías —o  te las quitan— de los que aplazan quehaceres, de los que completan el día. Necesito un abrazo de paciencia, de brazos calientes, de manos abiertas. Quiero un abrazo que hable bajito y diga al oido las palabras precisas, que quite el miedo, que dé buena vibra. Necesito un abrazo que no lleve promesas inconclusas, que se pinte real. Quiero un abrazo no calculado, ingenuo, un abrazo gigante y descarado.
Hoy lo único que quiero es un abrazo.

Un abrazo y ya.
...
"Hubo momentos, más de un momento, en que su mano era mi ancla en la tierra"


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Me resisto

(De una periodista en formación a la que no le da la gana de cumplir imposiciones)

Y si las aulas han sido cuna de nuestra formación académica, las calles son, sin duda, nuestra mayor escuela. Hoy más que nunca vemos amenazado el ejercicio de nuestra profesión y haremos todo lo que esté al alcance para garantizar la libertad y el trabajo, tanto para nosotros como para las generaciones futuras.


Si algo debemos entender los estudiantes de esta carrera es que los profesionales de la Comunicación Social son servidores públicos de la sociedad, jamás del Estado.

(Patriotic Mode)
...
Me resisto a perder las esperanzas, hoy no

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De los trastornos

Me causa cierta gracia  ver que si me muerdo los labios me convierto en tu deseo más perfecto. Si me peino de lado fantaseas con cómo hacerme cometer el sinfín de travesuras que supones sé hacer. Si te hablo al oído imaginas mi lengua circunferenciando alguna parte noble de tu cuerpo. Si me suelto el cabello, tu cabeza se desboca imaginando insólitas batallas de jinetes enloquecidos... Eso no está bien, ¿o sí?
He diagnosticado que estás enfermo.
Sí, totalmente enfermo.
Tienes ese virus infecto-contagioso que te hace desearme con total desenfreno.
No digo que eso esté mal. "Que está muy bien" me diría alguna amiga deseosa de que rompa este pseudo celibato autoimpuesto.
Y sí chico, que está muy bien. Sobretodo por el poder que me da.
Siento que tengo en mis manos (o en cualquier parte del cuerpo, depende de cómo se vea), la cura de esa psicopatología clínica de procedencia indeterminada que habita en tu mente.

Quizás quiera curarte, quizás no.
Quizás quiera tocarte, quizás no.
Quizás lo que estoy evitando es entrar en estas relaciones que nacen de deseos incontrolables y luego se convierten en dependencias absolutas
...o no...
...
Quizá no estás dispuesta a asumir las consecuencias de la última opción
...
¡Y qué cobarde chica!

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Incongruencias

"Las respuestas más satisfactorias sólo tardan un segundo en llegar a tu mente, unas horas en el regocijo de tu corazón por haberlas encontrado y te toma toda una vida apreciar lo sencillas que son"

¿Queremos siempre respuestas satisfactorias?
...
Quizá lo que quiero es que no siempre seas tan complaciente
...
¿O sí?

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"(...) es el único medio que encuentro cuando quiero escucharte"

Y volví a hacerme preguntas, volví a no entender(te), pero sin lágrimas ni albores cursis. Al cabo de dos días y cuarenta y tantas páginas después, Mariana Reyes lo desveló cual epifanía:

"En el fondo sigues queriendo que te ame con todos los siempre,
con todos los muchos..."
(O por lo menos, que no te olvide nunca)
...
con todo lo dicho a cuestas,
guardando lo que no dire(mos) nunca
con todo el miedo que da

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