¿Cuántos cuentos se cuenta Carlota?

Probablemente son más los cuentos que vio en tv que los que alguna vez leyó en un libro, quizá fueron cinco, no más de diez. De lo que si está segura Carlota es que siempre le han encantado las historias de princesas, sobre todo por el cliché favorito del final feliz. Eso sí, cero castillos y esas cosas, ella siempre ha sabido que las casas tan grandes llevan mucho trabajo y para eso ella no tiene tiempo.
Carlota es madura, en serio, ha crecido con pocos golpes propios pero con infinitos ajenos. Y ha crecido bien, se ha hecho una mujer de bien. Por lo menos así dice siempre su mamá.
Tendrá que visitar, al menos, cuatro países en esa soñada "misión de paz", gracias a aquella vena de lucha por los ideales perdidos. Y hablará —pésimo, eso sí— sólo dos idiomas más.
Desde donde esté mantendrá una mechita de esperanza en el corazón para volver a aquí, a su espacio vital, el embrionario, el de las batallas siempre fracasadas, el de las políticas vencidas. Y es que ella, de verdad, nunca se quiso ir.
A Carlota, con todo y su apellido, con todo y su presencia, con todo y su timbre de voz, con todo y sus todos, la vida la ha llenado de pruebas. Algunas ganadas al  instante, otras luchadas cabeza a cabeza, varias pérdidas irremediablemente y pocas, muy pocas, caducadas según indica la fecha de expiración.
El último caso se ha repetido en aquellas en las que, en cualquier parte de la historia, llevan la palabra amor. Y es que Carlota es de las que aman para siempre. "Maldita la hora en la que lo soñé para siempre", se dice a veces. "Para siempre", repite, como si de esa palabra no se desprendiera la mentira más obvia.
Carlota será la mamá de los morochos, que se portarán fatal, eso también lo sabe. Pero con una mirada, una frase entre dientes y la paciencia inquebrantable, ellos entenderán que "a mamá no le gustan esas cosas". Pobrecito aquel par, soñarán con pasar vacaciones en casas de las tías para escapar de su mamá. Y ella dirá orgullosa "no me importa, mira que bien educaditos están".
Carlota tendrá ese bonito apartamento, impoluto, con el deslumbrante diván.
La historia del perrito la tiene en veremos, pero que lo considere ya es indicio de lo que podría pasar.
La asistente es un derecho adquirido en su oficio, y la posibilidad de decirle Brigitte ante el mutis absoluto de la diligente muchacha, sólo será privilegio de aquellas que se mantengan en su vida el tiempo suficiente como para recomendarle al cirujano que mejor pone el botox por aquello del "mira, ni se me nota", argumento suficiente con el que accederá.
Carlota estará impecable siempre pero odiará los tacones que sólo usa por convención y que serán sus mejores amigos cuando le dé por jugar a la seducción.
Se pasará la vida entre amores latentes y amantes furtivos, porque si algo ha aprendido es que hay una edad en la que uno, aunque sea por meras razones biológicas, si que no puede estar solo.
El amante le hará compañía, y sabrá de aquel lado equidistante de la reconocida damita. También le besará el costado callejero y le conocerá todas las manías pre y post coitales. Sabrá lo que no hace con las manos y lo que siempre prefiere hacer con la boca. Sabrá que en público le aterra y pero le encant, y convertirá en ciencia eso del aprovechamiento de sus lados incorrectos.
Ella se pasará la vida en eso... Teniendo, soñando, queriendo y, una y otra vez, contando(se) un cuento.
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Cuéntame qué cuenta Carlota, a quién, por qué y sobre todo,
si de verdad la están escuchando.
...
De antemano, muchas gracias.

4 Monólogos:

La Macorina 15 de diciembre de 2010, 14:03  

¡UNA HISTORIA QUE TE CALLE LA BOCA!...
Love u

Gio 19 de diciembre de 2010, 12:22  

Seguramente los morochos morirán por estar de vacaciones con las tías... yo lo sé jajaja!


Hermoso Marcova

Lili C. 12 de febrero de 2011, 14:28  

Y esta tía feliz de cuidar a los morochos mientras Carlota pide un respirito... Así sea para dormir una tarde mientras llueve...