( I )
Te besé mujer, te besé...
Se me abrió cada poro, se erizó cada vello, se me alteraron los nervios, se me alborotaron las hormonas y sentí unas cosquillitas, de esas que a las madres no les gusta que uno sienta hasta cierta edad.
Tú me esperaste en silencio, tan sonreída como siempre, tan regalada como pocas, esperando con la piel helada que te diera un abrazo. Yo, en cambio, te miré y me sentí brava. Estaba tan empeñada en tocarte las heridas que todos decían que a primera vista te sentían que me molestó tu sonrisa. Pero no dije nada, y en voz baja te di las gracias, gracias molestas, pero gracias al fin, por dejarme ir a verte.
Esa sonrisa regalada me enamoró en un segundo. Te toqué la piel con una gallardía simulada. No sabías el miedo que me producía ir a verte. Tampoco habrías imaginado que horas antes me había metido aquel amuleto entre las tetas y que llevaba un montón de cordoncitos atados en la muñeca derecha para tener conmigo a "la buena suerte".
Te vi tan gris y tan bonita, tan dama y tan cortés. Tú me viste tan grosera, ojerosa y despeinada.
Aprendí entonces la primera lección:
- las mujeres como tú son damas, siempre damas, hasta que les toca convertirse en putas.
Me invitaste a tu casa para que dejara mis maletas repletas de esperanzas y sueños, de enlatados y productos sanitarios, de "ayuditas" lejanas. No tardaste nada en sobrepasarte conmigo. No sé cómo, pero en menos de una hora lograste que te abriera el pecho y te lo dijera todo: que llevaba tiempo pensándote, que llevaba tiempo buscándote, que me había pasado ocho meses queriendo encontrarme contigo. Seguía sorprendida con el frío de tu cuerpo y buscando calentar las cosas te lo dije: "Te estaba deseando. Mi cabeza, mis manos, y mi cuerpo te estaban deseando".
Ya tú lo sabías.
Y así empezó el juego de conocernos.
***
¿Qué cómo se llama ella? —se preguntaran algunos.
... Habana
¿Acaso no es así como deberían llamarse las mujeres más bonitas?
Muchos son los hombres que te han tocado con sus dedos, otros tantos los que han jugado a besarte en los labios o a escupirte la cara —sabiendo siempre que eso depende de lo que a ellos les provoque, no de lo que tú les permitas. En mi caso, sólo sé que esta mujer, con cuerpo femenino, voz femenina, miedos femeninos y verdades femeninas, se enamoró de ti... (y está irremediablemente enamorada de ti).
Sólo sé que esta mujer te sueña por las noches y te recorre completita. Te huele en las mañanas buscando tu fragancia a salitre, humedad, hierbabuena y perfume barato. Te piensa por las tardes esperando volver a hacerte el amor en aquel balcón desconocido. Te imagina bailando en una plaza, meneando el culo de un lado al otro con esa soltura que sólo tú llevas, acompasando la música con el tintineo de monedas en un bolsillo turista. Te prueba, todos los días te prueba, y le sigues sabiendo a sal, a galletitas rancias, a mantequilla importada, a mozzarela dudoso, a torticas, a tabaco fuerte, a helado salado, a arroz moro, a ron puro. Sigues sabiendo a todo y a nada. Sigues con ese conocido sabor a gloria, con ese desconocido sabor a ti.
Esta mujer, de principios flexibles e imprescriptibles, se enamoró de ti por puta, por triste, por sonreída, por bella, por mantenida, por miserable, pero sobre todo por hacerla sentir, en un mismo instante, el ser más valiente y más cobarde.
Por verte siempre tan bonita y tan regia... tan golpeada y débil...
tan empingada, como dirías tú allá,
tan arrecha, como diría yo acá...
Te besé mujer, te besé y fue divino
...
Te besé y me dejaste con ganas de tus labios
...sabor a sal
Read more...