Ya perdí la cuenta de cuánto tiempo ha pasado oficialmente después de ti. Sí se de la última vez que te toqué la piel y te besé en los labios, tan simbólico el día que te tuve tan prestado y tan mío, sin ganas de derramar ni una lágrima pre o post coital. Tal parece que en esto de "sufrirte" había cumplido con todos los niveles y me gradué. Hoy sé que, invariablemente, tu nombre saldrá en todas nuestras reuniones pues siempre hay un cuento o una expresión que "es típica de fulanito". Y debo decir que es sabroso recordarte así, en un espacio social y como el tipo que no sólo hacía reír sino que se reía conmigo. Supongo que por eso de que ahora el exceso de trabajo de vaina te deja vivir.
Pero sigue trabajando que este asunto de hoy no es contigo.
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Ese sábado tenía pendientes hasta los tuétanos. No estaba lista la nota para publicar al día siguiente y yo no tenía ni un ápice de ganas de hacerla. La pantallita del celular se encendió y vi el mensaje: "Prima, estoy en Caracas. ¿Qué vas a hacer hoy?". Yo que le había inventado a mi nuevo fulano un cuento para no salir, de inmediato te contesté para concertar una cita. "Escríbeme después de las 6 y cuadramos", te dije.
En efecto, puntualísimo, volviste a escribir.
Tanto dimos y planificamos que la conclusión fue que se vinieran a casa. Ese fin de semana aquí no había estrictas reglas de papás y yo me moría por verlos. Yo tenía que trabajar al día siguiente pero ¿cómo no recibir a mi primo y cuñado favorito en casa?
Hice las compras acordadas y sólo quedó esperar.
Con el taxi en la puerta del edificio los vi llegar. Los abrazos, los piropos y los infaltables cómo estás. Ya en casa había que ponerse cómodo y aprovechar el tiempo para hablar. Los tragos por delante, un cigarrito por aquí y otro por allá. Hablar de mi vida y de la de ustedes, de cómo han cambiado las cosas de cómo se recompuso, después de todo, este corazón roto y de cómo se recompone, después de ellas/os el de ustedes. De los planes del próximo año, del trabajo y los quehaceres, de papás y mamás. De silencios y un breve encuentro con los nuevos aires de mi Asere por Skype. Y llega miga, aprovechándose de la bondad de sus papás pasados de tragos, para aderezar los cuentos, para mejorar la cosa. Hablamos entonces de él y de quién es ahora, de las ganas que tienen de vernos volver, de las oportunidades tiradas al trasto. Hablamos de las falsas amistades y de las mentiras y, sin más, con otro trago y con otras risas, nos alegramos de haberlas superado todas. Luego bailamos y bailamos. También cantamos. Tan sabroso esto de estar tan pasaditos de tragos y sin nadie que nos llame la atención. De pronto, un tequila y venga otro trago. Más baile, más canto, más risas y hasta vallenatos (¡qué horror!). La presentación formal de "La muñe" y su club de fans y tus ganas primo de hacerle tragar a nuestro nuevo amigo todas sus ironías. Con el cielo pintando el día, Giova ofrece las arepitas del desayuno. Tú te rendiste mientras el cuñado seguía con ganas de beber algo más. A las 5:30 am el sueño liquidó la fiesta.
A la mañana siguiente (o técnicamente unas horas después) mi cuarto es campo minado de ropa por doquier y de ese olorcito a alcohol y cigarrillos que queda después de los amaneceres de fiesta. Yo que por fortuna dormí en otra habitación, gracias a esos analgésicos pre sueño, me paré como si nada. Listo el baño, listo el café y, con la promesa cumplida, listas las arepitas. Para mí y para ustedes, para cuando decidieran levantarse.
Antes de salir di al cuñado un beso en la frente y el deseo de que sea, sin ataduras, eso que siempre ha querido ser. Eso sí, con la honestidad, el cariño y el respeto de siempre, sin hacerse ni hacernos daño. Para el primo un beso en el cachete y las ganas viscerales de que la vida le cumpla, sin tantas condiciones, el plan de irse a ver qué pasa.
Ese día dormí solo tres horas pero no tuve ganas de pegar un ojo durante la jornada laboral. Y es que cuando uno está contento el cuerpo lo siente y se nota. Si la cosa es así, ¡salud! y que vengan más noches de ron y baile, de conversas y cuentos, de sueños y de historias a medio escribir. Las puertas de mi casa están abiertas para otro encuentro; las de mi corazón sí que están cerradas pero con ustedes adentro (por si un día se les ocurre salir).
Debo admitirlo. Amándolo a él de pronto me descubrí también amándolos.
Por fortuna, esto entre ustedes y yo sigue creciendo.
Decretemos entonces el para siempre.
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